EL AUTO QUE AÚN NO TENGO
He girado llaves ajenas,
pisado pedales prestados,
y en cada curva del día
conduzco sueños guardados.
He sentido el rugir del motor
como un canto que no me nombra,
como quien baila en la fiesta
sin que le pertenezca la sombra.
Manejo... sí, manejo,
pero no soy el dueño del viaje,
es otro quien firma el seguro,
otro quien escoge el paisaje.
Y sin embargo, no me quejo,
porque sé que un día vendrá
ese auto que al verme sonría,
y al sentarme, sepa que es mi lugar.
No será el más caro del barrio,
ni el más rápido del semáforo,
pero sabrá de mi historia,
de mis rutas sin atajos.
Será mío, no por el título,
ni por el brillo en la pintura,
sino porque al tocar el volante,
sentiré que me abraza la luna.
Y cuando arranque en silencio,
sin que nadie me lo indique,
sabré que al fin tengo un carro...
y que ese carro me tiene a mí.
© Corazón Bardo