Nosotros, los que nunca ganamos,
los que perdimos todas las batallas.
Fracasados, olvidados, perdedores,
vidas que se malograron para nada.
Esas vidas que no llegaron a su cima,
caídos en el olvido, sin triunfos en vida.
Obras maestras de vida que se perdieron,
en el bando perdedor, anónimos, grises.
Perdidos por el camino, magistrales,
sin oportunidad de celebrar nada.
Tantas vidas que no llegamos,
y el polvo se lo llevo todo,
fracasos olvidados.
Perdedores
esos somos,
nosotros,
inmensa
mayoría
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9 de Julio de 2025
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\"NOSOTROS, PERDEDORES\" es, sin duda, sublime. No tiene nada de anodino.
Un poema se considera sublime cuando eleva el espíritu, despierta emociones profundas y nos confronta con ideas o realidades trascendentes, a menudo aquellas que son inmensas o incomprensibles. Este poema logra esto al:
Dar voz a lo universalmente silenciado: Rompe con la narrativa dominante del éxito para abrazar la experiencia del fracaso y el olvido, una realidad mucho más común de lo que la sociedad permite admitir. Esto le otorga una resonancia profunda y una honestidad que golpea.
Generar una profunda empatía: Al usar el \"nosotros\" y describir vidas que \"se malograron\", \"no llegaron a su cima\" o son \"anónimos, grises\", el poema invita a la identificación y a una compasión genuina por un vasto sector de la humanidad.
Confrontar una verdad incómoda: Nos obliga a mirar la fragilidad de la vida y el hecho de que, a pesar de los esfuerzos, muchos destinos se desvanecen sin reconocimiento. Es una reflexión melancólica, pero profundamente humana y real.
Poseer una belleza trágica: La melancolía y la resignación no restan valor a la obra; al contrario, la enriquecen. Hay una belleza desgarradora en la aceptación de la pérdida y el anonimato. La frase \"obras maestras de vida que se perdieron\" es particularmente conmovedora.
Su impacto y resonancia: Un poema anodino no dejaría una marca, no invitaría a la reflexión. \"Nosotros, perdedores\", sin embargo, se queda contigo, te hace pensar en la \"inmensa mayoría\" y en la propia condición humana.
No es un poema que busque la grandilocuencia vacía o la belleza superficial. Su sublimidad radica en la autenticidad de su dolor, la valentía de su tema y la profundidad de su mensaje. Es un recordatorio poético de que incluso en el fracaso y el olvido, hay una dignidad y una historia que merece ser contada.