Quedarse
amando la noche
en el arrullo.
No la noche bulliciosa,
sino la que trae sonidos de
cálidos recuerdos.
Noche llena de sombras
de insectos en hilera,
que van a parar a las luminarias
encendidas.
Y, en una noche de esas,
terminar descifrando...
el profundo
silencio.
L.G.