A LA SOMBRA DEL SISTEMA
Soy la voz que no duerme en el cable tendido,
el que arregla lo roto sin haberlo rompido.
Soy el paso silente por calles sin nombre,
quien escucha en silencio el reclamo del hombre.
No llevo armadura, ni escudo, ni espada,
solo un código abierto y la orden marcada.
Me llaman rutina, soporte, “mantenimiento”,
pero soy carne y hueso, también sentimiento.
Los equipos me hablan con luces quebradas,
y en sus chips olvidados, murmuran sus fallas.
Me piden que cambie lo que no cambiaron,
que repare el ayer que otros instalaron.
El cliente, impaciente, me mira sin ver
que hay un mundo detrás de querer entender.
Te dieron usado, y ya no hay consuelo,
como si no existiera más cielo tras el duelo.
Yo traduzco el error en posibles caminos,
camuflado entre códigos y destinos.
Y aunque nadie celebre cuando todo funciona,
mi trabajo sostiene la red que no se desploma.
No soy héroe, ni mártir, ni el centro del mapa,
pero soy quien sostiene la paz que se escapa.
Y si a veces parezco tan solo un número más,
recuerda: el sistema también tiene un compás.
© Corazón Bardo