Ella fue la mujer que dio sentido a mi vida,
sin conocerme del todo, sin preguntar,
me entregó un pedazo de sí misma,
un milagro de carne que me enseñó a amar.
Con fuerza, ternura y amor sin medida,
cuidó en su vientre, por nueve lunas,
al amor de mi alma, mi luz compartida,
mi sangre, mi lazo, mi dulce fortuna.
¿Cómo no amarla? ¿Cómo no honrarla?
Si fue el ángel que Dios eligió
para que yo pudiera ser tía,
y con ello, mi alma se iluminó.
A ella le debo todo, sin condición,
a ella mi respeto, mi gratitud, mi canción.
Gracias, cuñada, por ser hija, hermana, esposa,
y hoy, una madre valiente, sabia y hermosa.
Gracias, gracias, millones de gracias,
cuñada mía, bendición