Ni una herida hecha en la memoria.
Ni una lágrima, ni la portada de un libro.
Ni una palabra que doliera en la nostalgia.
No, no era el abismo del olvido.
Era la profundidad...
Eran las ganas de perdernos.
Eran las ganas siendo insuficientes.
Como quien queda atrapado en cautiverio,
falto, carente,
inexistente, privado del amor...
vacío, solo triste.
Yo quería quedarme, como queriendo no irme.
Yo quería esclavizarme en tu boca,
en el recital de tus labios.
Yo quería atarme al piso de tu piel,
encadenarme a tus ojos.
Yo quería seguir sosteniendo tus manos,
yo quería guardarme en tu corazón.
Pero me soltaste cuando más necesitaba de ti.
Tú querías volar y yo dejé la ventana abierta.
Tú no querías ser trinchera, ni yo soldadito de guerra lanzando cariño a la distancia.
Y aun así te amé por elección propia mientras te besaba en secreto, y confesaba este amor a las estrellas.
m.c.d.r