Hernán Mejía Silva

Y EL GRITO NO LLEGÓ

La gente de todos tamaños,

se habían quedado ambulantes,

ambiguos en el campo sin rostro,

indiferentes ante el abismo…

 

Proliferó la inventiva,

de nuestra propia caución,

de nuestra propia destrucción,

todo por nuestro mal de amores.

 

La gente de todos los tamaños,

ahora lo tenía todo dado,

una peculiar manera,

una singular miseria…

 

Ambos caímos del caos al silencio…