Café que me viste crecer
entre aromas, suertes de modestias, gominas y peluquines.
Siempre barriendo las migajas que algún desfachatado
descuidó en su deglute.
Comanda mal cantada,
quiniela sin azar,
ceniceros vacíos de salud,
saturados de hedor y poca pulcritud.
Silbando el lustrador
obstruye la salida,
sin querer darse cuenta.
Periódicos por doquier
desparramado
sin respetar fechas ni noticias.
Verdes que gotean,
ausentes que perturban su presencia.
Siempre se sabe lo que quieren,
enigma si ellos vendrán,
aunque de algún modo se logra.