Esa chispa de amor que nos conmueve
y forja la ilusión;
es la llama sensual que fuego vierte
con tórrido fervor.
Nada puede evitar que al alma llegue
su mágico arrebol;
y en delirio total las venas llene
con insinuante voz.
Es difícil pensar que sus encantos
de célico arlequín,
no se prenda del pecho cual sudario
del ensueño febril;
que despierta deseos tan profanos
que invitan a vivir.
Autor: Aníbal Rodríguez