jtaltuve

Cenizas de un Sueño

En las horas despiertas, tu voz, un hilo de magia,
teje en mi alma un sueño que mi razón no comprende.
Mi mundo gira en ti, princesa, mi dulce vaga,
aunque solo me veas como un eco que no te sorprende.

 

Yo, tu fiel escudero, tu sombra en la penumbra,
listo a encender estrellas si tu noche es oscura.
Mi corazón, esclavo de tu suave costumbre,
ignora la verdad, ¡qué absurda mi locura!

 

Ahora sé tu deseo, la estrella que buscas tocar,
un faro que ilumina tu paso, mas no mi camino.
Aunque el costo, oculto, no te hizo dudar al tomar,
la fe fue la moneda, mi amor, mi propio sino.

 

Me usas cual si fuera un puente sobre tu río,
cuando la tormenta amenaza, tu mano me apresa.
Cruzas mi ser sin mirarme, tan frío, tan vacío,
y al otro lado, ¡ay!, mi alma yace indefensa.

 

Porque ningún precio es demasiado alto, ¡oh, alma mía!,
si el corazón te guía, si tu voz me da aliento.
Mi sangre te ofrezco, mi luz, mi poesía,
ignorando que luego, para ti, seré solo un lamento.

 

Mas, al alcanzarlo, se revela la cruel paradoja,
la cara oculta de la moneda, un giro sin igual:
el precio de tener lo anhelado, a veces, nos arroja
al abismo de perder lo que fue nuestro ideal.

 

Conseguir lo que quieres es, en su dulce embrujo,
obtener lo que una vez quisiste, mas ya sin mi fulgor;
tu meta cumplida me convierte en tu despojo,
un objeto útil, un recurso sin valor.

 

Luego me apartas, me vuelves a desechar sin piedad,
como una prenda vieja que ya no te complace.
Y sé que para ti, esta es tu cruel realidad,
mientras mi alma, rota, en la tuya se deshace.

 

Los cuentos y los sueños, como sombras viajeras,
son pedazos de verdad, que el tiempo no borrará,
cenizas del olvido, donde los hechos son quimeras,
y mi amor, como un río eterno, por ti siempre fluirá.

 

Y mientras la luna fría de mi hermosa Mérida se eleva,
testigo silente de tu aura que no calienta,
sé que este amor desmedido, que el alma me lleva,
seguirá en mí, una herida que la noche no ahuyenta.

 

JTA.