Sentada sobre el techo;
bajo la luz de la luna.
Cuando el día se esfuma
y mis pensamientos desecho.
Miro al cielo
precioso telar
del suave terciopelo,
que es de mis penas el pilar.
Ya no me observa la gente;
que espera perfección permanente.
Allí no debo actuar,
allí si puedo llorar.
Lágrimas de cristal
sobre piel de porcelana.
Lamentos del alma humana,
que queman como el veneno más letal.
Y después de horas allá,
otro día va a levantar,
Y con él, volveré a soportar.
Para al final regresar,
en la noche a mí muralla.