El Corbán

INSURGENCIA DEL PENSAMIENTO

Te extraño con la fiebre del que muere,

con la melancolía que no hiere,

sino que embriaga lento, dulcemente,

como un veneno suave y persistente.

 

He dicho a mi razón que te abandone,

que a otros paisajes su delirio entone,

que borre tus contornos de mi mente,

mas todo en mí te evoca insistentemente.

 

No puedo huir de ti, pues te respiro,

te escucho en cada sombra, en cada giro,

te siento en cada pulso que me abrasa,

y sangras en mi pecho como brasa.

 

Tu nombre es una herida que me canta,

una canción doliente, firme y santa,

y aunque imploro cordura en mi desvelo,

te pienso entre las ruinas del anhelo.

 

Mi mente, insurrecta, no obedece,

te nombra más mientras mi alma perece,

y en cada pensamiento que declama,

te erige como un dios sobre la llama.

 

Y sigo aquí, sin tregua ni reposo,

bebiendo de tu ausencia el vino brioso,

y aunque a mi mente ordeno que te evite,

te piensa, te pronuncia y te repite.