Elegía
Cultivo una rosa roja
y con ella, todo amor;
porque amar siempre es mejor
con la pureza de una hoja.
Riega el alba su rocío
sobre pétalos de ayer,
cual amor de una mujer
me revela el desafío.
Surge el viento en su lamento
entre espinas del amar,
mas no deja de brillar
la esperanza en su momento.
Y aunque el tiempo se disuelva
en cenizas del dolor,
mi jardín guarda el color
de la rosa que se envuelva.
Bajo el cielo que germina
veo luego a una señora,
que deshoja hora con hora
la promesa cristalina.
Y en sus dedos, de paciencia
surge un lienzo color verde,
para el hombre que recuerde
cuando amar es evidencia.
Quien contempla su bordado,
ve en la trama lo que fue:
cada hilo lleva la fe
de un silencio enamorado.
Hay un canto que se esconde
donde el pétalo cayó;
y aunque el tiempo lo selló,
aun el alma lo responde.
Aunque nadie lo atestigua
ni resuene su canción,
sigue viva la intención
en la herida más antigua.
Bajo un cielo sin color,
late fuerte y misteriosa
la roja perla, cual rosa
que he sembrado con amor.
Samuel Dixon