Raiza N. Jiménez E.

El Pensar y el Saber.-

Al idílico y bucólico viento, le gustó mi cabellera.

Vino a llevarse en sus alas, un manojo de caricias.

 Fui rehén de esos gestos bufos, sin qué, quisiera.

Qué yo no alce; jamás el verbo, sería: ‘Albricias’.

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Una buena memoria me confiero, hasta hoy día.

Cierto, el hábito no hace al monje, pero lo viste.

A la hora de decir la verdad, no sirve la cobardía.

Se debe exaltar la verdad que, tu verbo, reviste.

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¡El gran fallo del arrogante, es descontar, al Otro.

Van sin notar qué, ese Otro, somos: Un Nosotros!