S.G.G.P

El violín roto y el hombre que lo toca

En un vasto teatro de voces movidas,

Sostiene un violín de cuerdas partidas,

La multitud espectaba con claro desdén,

Mas no alzó su rostro ni sien.

 

Las voces sonoras de quejas y engaños,

vieron a un hombre sentado.

Violín en la mano, algo quebrado,

Alzó la mirada a la audiencia, un rebaño.

 

Esperaban orquestas y músicos ciegos,

mas son recibidos con un hombre sosiego,

fue claro el disgusto, ni siquiera aplaudían,

llegó, pues, el momento de la “gran” melodía.

 

Sentado tranquilo con el corazón a la mano,

la primera cuerda quebrada sin daño.

Algunos se iban, el tiempo fue en vano,

mas él no cataba los vacíos escaños.

 

La primera nota chilló en un eco,

oídos sordos escucharon el ruido,

fue, pues, un ritmo triste y seco.

O el cantar de un hombre sufrido.

 

Y cada vez que tocaba el violín,

Se quebraba sin voz ni cuidado,

Una melodía que no tiene fin,

cesa una vez el hombre esté quebrantado.

 

La audiencia se iba, asientos vacíos,

Solo un alma escuchaba su hastío;

Aplaudió sin filtro, ¡amó su canción!

Pues no tiene ritmo pero sí corazón.

 

A mitad de teatro, el violín se quebró,

lo sostuvo en las manos y en llanto cayó;

aquel osado que por él se quedó,

pues amaba cada sonido de aquella sincera canción.