La soledad mata.
Te encierra.
Te deja tirado
cuando más necesitás un abrazo.
Te hace pensar que no valés nada,
que no le importás a nadie,
que nadie va a venir.
Pero no es verdad.
No le hagas caso.
A veces el mundo se calla
y duele el silencio más que mil gritos,
pero vos estás vivo,
y eso ya es una guerra ganada.
No importa si llorás,
no importa si caés,
no importa si estás solo esta noche.
Vos no te rindas.
Porque vas a levantarte,
porque hay gente que todavía no conociste
que va a quererte como merecés.
Y vos sabés lo que valés,
aunque a veces lo olvides.
Así que aguantá.
Respirá.
Llorá si lo necesitás,
pero después secate la cara
y seguí caminando.
La soledad mata,
sí.
Pero tu alma pelea,
y no se va a dejar vencer.