El ocre rojizo de Las Médulas
se extendía ante mí,
testimonio de la antigua
fiebre del oro romana.
El silencio era casi total,
roto solo por el susurro del viento
entre los castaños centenarios.
Me adentré por los senderos,
maravillado por el paisaje,
cuando de repente,
en una de las cuevas, la vi.
Sus ojos, del color del cielo leonés,
brillaban con la luz que se filtraba,
y su risa llenó el espacio
al tropezar ligeramente.
Nos ayudamos,
compartiendo una sonrisa cómplice.
Juntos, exploramos más túneles
y miradores,
y entre la historia y la belleza
de ese lugar único,
mi corazón encontró
su propio tesoro en Las Médulas.
¡El núcleo del amor surgió de entre el sentimiento en nuestras médulas!
Las Médulas son un tesoro al descubierto de León, España