Me faltas cada día,
me faltas ha deshoras.
Me falta tu presencia
y tu voz de agua y aurora.
Me faltan las mañanas
de cafés y largas horas
y ese silencio denso
que sabía a secas hojas.
Me falta tu mirada,
la quietud y las preguntas,
y esas noches sin fin
confundiendo cielo y luna.
Me falta tu presencia,
tranquila y de espuma
a orillas de un mar azul
donde el ocaso deslumbra.
Me faltan los luceros,
que hoy relucen en penumbras,
anunciando días enteros
con sol y bajo la lluvia.