ESPEJISMOS
Puedo entender la distancia
con el dolor de cada palmo.
Puedo encender con palabras
la luz del faro en tu mirar.
Puedo alcanzar de un suspiro
el otro lado del mundo,
pero en lágrimas me hundo
si tu querer no es mi poder.
Transito en una cárcel de agua
permutando lujosas celdas,
todas de puertas abiertas;
parodiando la libertad.
Miro tu rostro risueño,
lejano como un gran sueño,
estampado en mi deseo
de ser alma entre tu carne
y ser piel de tu sudor.
Ando entonces deambulante
de una a otra cancela,
del muro hasta la garita
en la que apunta un vigilante:
¡Un paso adelante! -me grita el pecho-
y yo me estrecho
como un cobarde.
(Cuando de alarde queda el residuo
de otro cautivo,
que era el de antes.)