Roberto D. Yoro

DURA PALABRA

DURA PALABRA

 

Dura palabra, dijeron los suyos,

miradas confusas, corazones tuyos.

“¿Quién puede oírla?”, gritaban al viento,

pues corta la carne, penetra el pensamiento.

 

“¿Comer tu carne? ¿Beber tu sangre?”

El alma vacila, la mente se agrande.

No entienden que el Pan bajó del Cielo,

ni que sólo en Cristo hay vida y consuelo.

 

Muchos se fueron, no volvieron más,

no soportaron su eterna verdad.

No era el milagro lo que les dolía,

sino la entrega que el alma pedía.

 

Pero Pedro, con voz quebrantada,

dijo a Jesús con fe declarada:

“¿A quién iremos si Tú tienes vida?

Tu Palabra es luz, es agua que aviva.”

 

Hoy también tiemblan los pies al oír,

cuando la verdad nos viene a herir.

Mas si el corazón no se rinde al quebranto,

¿cómo beber del gozo más alto?

 

Dura palabra, espada que corta,

pero es medicina si el alma la porta.

Jesús no edulcora su santa enseñanza,

la vida eterna se abraza con confianza.

Roberto D. Yoro