El Privilegio de Haber Amado
No saben del temblor que deja una voz en la nuca,
ni del vértigo dulce de una mano viva.
No han tenido que fingir cordura
mientras una sonrisa les astilla los huesos.
Jamás tendieron el pecho
como altar húmedo al filo de un adiós.
Nunca midieron la ausencia
por el peso de una lluvia sin figura.
Hay quienes pasan intactos,
sin cicatrices ni fiebre;
que llaman amor a lo cómodo,
y pasión a una tregua sin riesgo.
Nunca sintieron el vacío hermoso
de saberse al borde de alguien,
ni el terror sagrado
de no poder huir.
Duermen.
Pero sin sueños ni sombras;
sus noches no conservan perfume.
Jamás sus demonios aprendieron
el nombre de otra piel.
Viven.
Sí, claro que viven.
Pero sin música.
Sin relámpagos.
Sin heridas que sepan a beso.
Pero yo...
he visto los nombres arder sobre mi pecho.
Los miro desde mis ruinas,
cargado de voces que el tiempo deshizo.
Lo llaman locura.
Yo lo llamo privilegio.
Prefiero mis llamas
al invierno ileso de los intactos.