El Cronista sin puerto

Solo somos niños.

Jugamos a ser hombres,

pero apenas somos niños.

Nos dijeron que era tiempo

de crecer, de andar el camino.

 

Que el debut con una puta

era rito de inicio.

Que la barba, el sexo, el ruido

eran signos de equilibrio.

 

Pero no sabíamos nada.

No teníamos abrigo.

Solo un cuerpo confundido

y un alma hecha de suspiros.

 

Jugamos a ser fuertes

cuando todo era vacío.

A decir que sí podíamos

cuando apenas existimos.

 

Y es que, ¿qué podemos dar

si lo que fuimos se ha ido?

Si en el fondo no tenemos

ni lenguaje, ni destino.

 

No es tan fácil ser un hombre

cuando todo está perdido.

Cuando esperas que te abracen

y recibes sólo frío.