Hoy te encuentro sentada en la butaca de mimbre bajo las ramas del limonero, inmóvil, callada, con la mirada perdida en un mundo lejano ya vivido.
Le diste vida a quien te cobija del sol y a quien te observa en la distancia.
Y miras sin reconocer el fruto amarillo el olor de su piel. Todo perdido en la mirada.
Y junto al tronco ya te hablo y te miro y busco en tus ojos una señal un guiño de esperanza.
Son tus mismas manos quien nos cuidó tu corazón quien nos mimó. Todo perdido en la mirada.
Ausente de la vida en vida estás buscando en la mirada perdida.