JUSTO ALDÚ

EL AULA EN RUINAS

Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. 

Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica

en la que está el alfabetizado.

Paulo Freire.

El pizarrón rezuma su mortaja,
sus grietas son relámpagos sin suelo,
el pupitre es escombro que no encaja,
y el maestro -sin tiempo ni consuelo-
enseña a resistir bajo la caja.

Los niños garabatean en el lodo
sílabas que la lluvia desintegra,
la patria mientras vende su decoro
con saliva firma, letra negra,
su pacto con la muerte y con el modo.

La tiza es penitente en el abismo,
la campana no suena, no hay jornada,
y cada niño arrastra su bautismo
de sombra, de ceniza, de callada
lección que no se aprende: el egoísmo.

Aquí no hay ciencias, solo un catecismo
de olvido, de obediencia programada,
y el libro -como un dios sin mecanismo-
ofrece sus milagros en la nada
a un pueblo anestesiado de sí mismo.

El maestro, profeta sin cornisa,
clama al polvo su verbo sin frontera,
su voz se estrella en muros de ceniza
mientras se ríen desde su trinchera
los dueños del país y su baliza.

Los niños, sin mañana ni noticia,
forman filas de fuego y de candela,
mientras la ley les niega su caricia
y el aula, como herida paralela,
se desangra en su mística justicia.

¡Maldita la ignorancia y su corona!
¡Maldito el que controla por el miedo!
El aula en ruinas canta, se perdona,
pero justicia clama en su credo:
jamás se humilla el alma que razona.

 

JUSTO ALDÚ © Derechos humanos 2025.