Desde la oscuridad más intricada,
alojado en la desesperación de la incertidumbre,
tratando de discernir la rutina,
sin poder comprender el motivo de esta insufrible pena.
Cada quien, dándole batalla a lo frecuente,
a sabiendas de que al final del día…
solo se cumplirá con lo establecido.
Me es repetido entrar en este dilema,
no he podido descifrar hasta hoy todo lo padecido,
y me cuesta aceptar que este sea mi destino.
Pero de qué sirve cuestionarme,
nada cambiará el no aceptarlo,
si el tiempo implacable sigue su camino,
y los relojes apremian cumplir su mandato.
Veo impotente…diariamente…
como se nos acaba la vida.
Ya no me aflige saber que no cumpliré mi sueño,
estoy consciente que esta historia nos ha sido indiferente
y no nos dio oportunidad de disfrutarlo intensamente.
Constantemente termino enredado en mi tristeza,
añorando inútilmente tus apasionados recuerdos,
aquellos donde parecíamos felices,
y hasta nos jurábamos amor perpetuo…
porque creíamos que duraríamos para siempre.
Fue tan efímera la felicidad…
demasiado intensa quizá,
un par de meses,
unas cuantas semanas y nada más,
y parece que ha sido suficiente,
para darme cuente ahora…
que tu vigencia trascenderá
más allá de la eternidad.
No puedo negar que eso del amor es una dualidad,
que tanto encanta como duele,
que se multiplica ilógicamente con la distancia,
y con el olvido se hace permanente.
Absurdo pero real,
extremo pero subliminal,
un amor de verdad…que agoniza lentamente…
en mis recurrentes instantes de ansiedad.