Haz Ámbar
Destemplado hasta el artífice
Si con eso todo bien yo si quiero me conformo.
Salí del reservado esperándome algo cómico,
una obra del agrado de alguien recién agredido
en sus sueños por parásitos del mundo en que vive.
Me encontré conmigo absorto en la vacuidad reinante
pidiendo un pasaporte que me lleve con los ángeles
de donde más no se retorna aunque otros vayan y vengan.
Carencias las tengo mal disimuladas en el fondo
entre golpes de viento sordos derrumbando alguna pila
de pedregosidades encintando el suelo a doblegar
hasta sus márgenes arrastrándose a salvo uno más,
tan sólo uno más de tantos que tal vez ni se oigan.
Yo a locos los motivo a celebrarlo, que sonrían
de su espasmo cuando el tránsito se aleje de algún rumbo,
último en el mundo que pudiera ser exacto.
Sin razón que en mí opere casi sobrio es que renazco
y mis cenizas serán campos de nuevo en expansión.
Por si sufro algún colapso me posiciono hoy al borde
en sillones más bien cómodos que de tanto hasta me absorben
y mucho no son gracias por mostrar mi condición.
Cómo fue que aquellos años aún gozara del tesoro
que tengo aquí guardado receloso de los otros.
Rostros rotos a remolque de esa jerga
extranjera que deleita a más devotos de los que cogen por la puerta
al templo a que convoco mentes de una misma virtud,
y caen de continuo de infinito el azul que nos cubre
de un pulso mayor a cuanto nuestros aparatos abarcan.
Traen de la lápida un pedazo de su supuesto dios
hordas letales de pan y arroz sobre los cráteres
donde empezó a faltarme a mí el gusto,
y más a esta hora que no dicta el reloj
nauseabundo al ser dos los que abusan de uno.
El terror se queda corto estando dentro
territorio de los monstruos que ambos vemos
aunque niegue su existencia el ciudadano top modelo.