Sudando va el corajudo cotero;
en su mueca se esboza una sonrisa,
mientras el viento su cabello frisa,
como si fuera hojas de cocotero.
Pero su bolsillo, roto hasta austero,
solivia los bultos con tanta prisa,
pues, bajo su tostada piel cobriza,
lleva la honda hambre que lo hace embustero.
Ya que, aunque sus pares no lo sospechan,
su veloz carrera es meditabunda;
en su mente, pesares se cosechan,
pues atroz es la existencia errabunda,
en donde alimentos mil se desechan,
y la arrogancia hiede, ¡qué nauseabunda!
Ryan Pires ___✍🏽©