Al difunto sin renta ni memoria.
Aquí yace un señor que fue mal bicho
murió sin más cartel que su mortaja;
vivió sin voz, murió envuelto entre paja
y hoy vale lo que el polvo de su nicho.
No hay nieto que lo llore por redicho,
ni altar que a su silencio ponga queja;
la tierra lo tragó sin una oreja,
y Dios, si lo llamó, fue por capricho.
¿Y qué esperó del mundo tan mezquino?,
que al pobre le da tumba bien cagona
y al rico, llanto falso y buen destino.
Murió sin pompa, cruz ni metadona
y fue tan olvidado su camino,
que apenas lo sacaron de chirona.