Yo fui un Saulo en mi pasado,
ciego, orgulloso, equivocado.
Pero Jesús me habló desde el cielo,
y su verdad se convirtió en mi anhelo.
Con voz de fuego, mi alma quebró,
y el odio en amor se transformó.
Mi testimonio hoy puedo contar:
¡Cristo me vino a rescatar!
Jesús conoce mi caminar,
mi herida, mi historia, mi tropezar.
“No temas más”, me dijo el Rey,
“Levántate ahora, camina en fe y mi ley”.
La obediencia no se negocia,
se vive con fe, sincera y hermosa.
Como Pablo, me levanté,
me bauticé y en Cristo cambié.
Como Josías ante el altar,
al oír la Palabra, me puse a llorar.
Rasgué mi alma en humillación,
Dios sanó y llenó mi corazón.
Quité ídolos, rompí cadenas,
limpié mi casa, corté condenas.
Volver a Dios fue mi elección,
Su Espíritu llenó mi corazón.
Hoy sigo a Cristo sin mirar atrás,
su gracia me cubre en todo lugar.
No soy perfecto, pero Él es fiel,
camina conmigo hasta el amanecer.
No esperes más, ven al Señor,
Él tiene poder, vida y amor.
Lee Su Palabra, busca Su voz,
sé valiente, levántate… ¡Dios es Dios!