Marvin Ramirez

Eco

No existe una sola palabra, ni un millón de ellas, que puedan expresar la inmensidad de lo que te extraño. Es un vacío que no se llena con nada, una ausencia que pesa más que el mundo entero.

 

No existe nada que pueda arrancar este dolor que siento en el alma, esta punzada constante que me recuerda que no estás aquí. Cada día es una batalla contra la melancolía, una lucha por encontrar un ápice de consuelo.

 

Me encantaría que por un segundo, solo uno, pudieras escuchar el latido de mi corazón. No habla con palabras, sino con un ritmo que te grita tu nombre, que te pide que regreses.

 

Mi corazón te diría con cada palpitar lo mucho que te extraña, cómo cada latido es un eco de tu ausencia. Te confesaría que solo por ti sigue latiendo, que sin ti, su ritmo se vuelve un lamento silencioso.

 

Mi garganta, si tuviera la fuerza, te cantaría los versos más dulces, los más apasionados, los que solo tú inspiras. Gritaría tu nombre con tal fuerza que el eco rompería el silencio, hasta perder la voz, si eso significara que me escucharías.

 

Mis manos, anhelantes, recorrerían cada curva de tu piel, se perderían entre tus muslos como en un paraíso prohibido. Te elevarían, con la fuerza de mi deseo, hasta tocar el cielo mismo, donde las estrellas serian testigos de nuestro amor.

 

Todo mi ser te ama, cada fibra, cada pensamiento, cada respiro. Y todo de mí te extraña a cada segundo, a cada instante, en cada amanecer y en cada anochecer. Eres el aire que respiro, la luz que me guía, la razón de mi existencia. Sin ti, soy solo un eco, una sombra de lo que fui.