Cuando hablé sin pensar,
perdí lo que más amé.
Cuando lloré por impulsividad, fue el día en que me expresé con la verdad.
El miedo fue un recuerdo grabado en mi pecho.
Desde ese momento me prometí guardar todo lo que siento.
Llevo tantos secretos; mis lágrimas están dentro y soy tan distante como el frío viento.
Así soy en estos tiempos.
Invencible en los momentos sinceros, por temor no puedo liberar mis sentimientos. Aunque no tengo nada que perder en mi mundo eterno, me he acostumbrado a vivir en la soledad del silencio.
Porque así lo prefiero, porque así lo deseo.