Oh Señor, cuan perfecta es tu hermosa palabra.
Tan bella, como el bendito roció de madrugada,
que toca a la puerta de la hacienda a su entrada.
haciendo surgir fragantes flores, rosas risueñas.
Que emergen tan contentas, como el que sueña.
Que, con sus joyeles perfumados…
Hacen gala de mil coronas para su amado.
Hoy quiero que le hables a mi plantío,
Tan seco, tan triste tan desgastado.
Porque en ti mi Dios, confío.