Por si acaso se me olvida,
quiero dejar testamento
de todo lo que la vida
me regaló hasta el momento:
A mi familia daré
mis mejores pertenencias:
un libro para leer
y mi afición por las ciencias.
Lego a todas las mujeres
que alguna vez me quisieron
la colección de placeres
que sus pieles esculpieron.
A las que huyeron les dejo
mis cuatro livianas alas;
dos para volar muy lejos
y dos para hacer escalas.
A mis amigos les dono
un par de malos ejemplos,
las verdades que cuestiono
y la mitad de mi tiempo.
El resto de lo que tengo
lo cedo a mis enemigos:
los principios que no vendo
y sus caras de afligidos.