jvnavarro
UN FANTÁSTICO RELATO
Y en la playa bien utilizada
la sombrilla de reclamo
para no perdernos de vuelta del baño,
conjugamos verbos,
yo me baño, tu te bañas, nos bañamos,
leemos de un libro por el sol,
ya de por si maltratado,
una página por culpa de la cual
no avanzamos.
Se escucha el latido del agua,
sus espasmos propios de una bicha
camino de Pérgamo,
saboreo dátiles de un oasis
en mitad de un punto y aparte largo,
salen para un viaje largo,
por la puerta de entrada
a un fuerte de paredes de barro,
paja y trocitos de caracolas
y moñigos de elefante africano,
una caravana de esclavas y esclavos.
Cierro el libro,
me doy yo mismo un portazo
y vuelvo a lo real y tocable
a lo que pasa de inmediato,
una mujer asesinada por un degenerado,
un incendio por culpa del mismo pirómano,
el sol que está enamorado
y el brillo de sus ojos
son el fuego que enciende
hasta un clavo.
Con los pies en el agua
y en la arena unas huellas
que se van replegando,
observo un banco de peces
en su encontronazo
con más gaviotas de las que pensamos,
en una playa como esta,
llena, por familias,
de avutardas y gansos,
cenicientas cigüeñas de cuellos muy estirados,
gorriones picoteando
y vespertinas comadrejas
buscando conejos donde solo hay patos.
Diferentes faunas son con las que lidiamos,
sacadas ellas
de un zoo militarizado.
Ya avanzo
por las dunas de unas arenas
que para no quemarme
cruzo a saltos,
jueves de dolor
y con los pies achicharrados,
ya no se por donde iba,
para cuando pego un trago
a una cerveza que lleva un cero,
y dice de bajo, grados.
¡Mira que soy temerario!