Existir no es sentir.
Sentir no siempre es vivir.
Te veo,
pero tú no me ves.
¿Alguien me ha visto alguna vez?
Soy buena, lo sé…
aunque a veces,
ni yo me lo creo.
No quiero rogar,
ni suplicar.
Solo deseo que se queden,
que me elijan,
que me vean.
Quisiera gritar
sin que me llamen exagerada,
llorar sin esconder las lágrimas,
ser egoísta
sin arrastrar la culpa,
dejar de cargar
lo que no me pertenece.
Merezco más.
Lo sé.
¿Lo creí alguna vez?
Tal vez…
¿Amor? ¿Dónde?
¿Quién decidió
que amar era aprender a desaparecer?
Me hundo
en un mar tejido por mis propias lágrimas.
Mi corazón naufraga.
¡Basta ya!
¡No más pensamientos que envenenan!
¡No más análisis que no salvan!
Sabiduría inútil,
inteligencia que no me rescata.
Estoy cansada.
De explicarme,
de sostener lo insostenible,
de entender
sin ser entendida.
Ayuda de mí,
consuelo de mí.
Y al final,
soy mi única orilla.
Siempre ha sido así…
y aún respiro.
Avi