Freddy Espinoza

El valor de irme

Y me sentía sola en aquella banca, estaba su compañía, pero era vacía, el ocupado con su celular y a mí que me costaba hasta respirar. No entendía en qué momento le acepte aquella salida. La noche se sentía triste, pero no se comparaba con mi tristeza.

Empecé a contar mis dedos, uno, dos, tres. Le pregunté \"qué hora es\", pero me ignoraba, seguía deslizando el pulgar por la pantalla de su celular. Sentí pena por mi, porque a pesar de que yo le daba mi compañía, él me daba su desprecio, no pude sentirme más miserable en mi vida, a como me sentía esa noche.

La tristeza entonces, no fue solo mía. Pude sentir como se extendía en aquel parque, me sentía más sola que nunca, más pequeña que nunca, tenía ganas de salir corriendo y dejarlo solo, pero no; no pude quizás fue por miedo o tal vez, por el cariño que le tenía.

Los minutos parecían horas y el frío que antes era solamente una sensación, empezó a congelarme por dentro y podía sentir como si al tal eran cristales los que desgarraban mis venas. El seguía allí presente físicamente, pero tan lejos emocionalmente que solo podía provocar dolor.

Entonces me di cuenta que: lo más doloroso no es estar sola, sino estar acompañada por alguien que no siente tu presencia, aún estando a su lado. 

Me quedé quieta, escuchaba como el viento jugaba con las hojas secas en nuestros pies. Incluso ellas parecían que tenían más vida que yo. Sentía como algo en el pecho me apretaba, como que cada segundo allí sentada me arrancará a pedacitos el alma. Miré hacia el suelo queriendo evitar las lágrimas, pero aquel nudo en la garganta no cedia.

Pensé cómo llegamos a esto. En cómo sus palabras antes me hacían sonreír, donde quedaban aquellas palabras \"juntos hasta el fin\", o cuando me decía \"cuando el alma te duela ven que aquí voy a estar yo, y te abrazaré hasta que te sientas segura\" cada recuerdo alimentaba más mi dolor; nuestras primeras citas . Entonces recordé que hace un tiempo atrás leí un cuento que se llamaba \"Entre el cielo y la tierra ella prefirió quedarse en las estrellas\", el nombre de aquel escritor no lo recordaba, pero si recordé cada una de sus palabras en aquel cuento.

Entonces me di cuenta que tenía personas que me amaban, recordé a aquel hombre que me dormía en sus brazos cuando estaba pequeña, que me hacía sentir segura.

Me levanté de aquella banca y camine sin rumbo fijo, dejando a un lado la banca, que parecía como si al tal absorbía todo lo que fui. Con cada paso sentía que soltaba un hilo invisible que me tenía atada a su indiferencia. El aire aun seguía frío, pero dejo de ser mi enemigo; ahora era testigo de mi decisión del momento en que sin decirlo elegí no volver.

Exactamente no sabía a dónde iba, pero si tenía claro de donde venía: de un lugar donde el amor se convirtió ausencia y la compañía terminó siendo vacía. No tenía muchas respuestas, pero si por primera vez, en mucho tiempo, logre tener algo valioso y era \"el valor de irme aunque me doliera y desgarrara mi alma\".

Aquella noche no terminó con un abrazo, no terminó con una promesa. Termino con un paso, aunque haya sido pequeño, pero fue un paso seguro y firme, y a veces es todo lo que necesitas para empezar a sanar. 

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