JAZMÍN CAMINA
Hoy,
el viento le susurra verdades suaves
que antes gritaban en la oscuridad.
Jazmín camina.
Y cada paso es un pétalo
que cae de su alma y no duele.
Años atrás,
el amor se quebró en sus manos
como un cristal que no pidió romper.
La noche en que vio su reflejo
en otros ojos que no eran suyos,
aprendió lo que el silencio puede gritar.
Hubo rabia.
Hubo vacío.
Hubo días en que respiró por costumbre.
Y aun así,
vivió.
El tiempo no borró.
Le enseñó a mirar de frente.
A recordar sin temblar.
A entender que el amor no siempre se muere,
a veces se transforma en algo más sincero:
la voluntad de no rendirse
ante uno mismo.
Hoy,
Jazmín no busca culpables en su memoria.
Encuentra lecciones escritas en el lodo.
Recuerda las promesas rotas
no como cadenas,
sino como puentes ya cruzados.
Ha decidido abrir su alma sin miedo.
No porque olvidó,
sino porque perdonó.
Y ese acto tan valiente como callado
la convirtió en arquitecta de su porvenir.
Camina.
Y en cada paso se dice:
No soy la herida.
Soy la piel que se cierra.
Soy la flor que, tras la tormenta,
se atreve otra vez al sol.
© Corazón Bardo