Ivette Urroz

El polen de la saciedad

Raras son las diagonales que conversan,

las que acaban resignadas con los hombros caídos,

jadeando casi a diario con prisa contenida,

adormecidas como cuerpos en el polen de la saciedad,

donde la blancura jamás se desconoce.

 

Se enredan en los flecos de mi mente

como vítores que nos aplauden en el vacío,

como quien se cae al ulular de un bálsamo

que llega por las fisuras de mis poros,

sin el fulgor naranja de ningún atardecer.

 

Es mi geometría, al centro, la que insiste:

toda ella, en el brillo

de tus bravuras eternas,

dibujan diagonales en el mapa de los dedos,

apaciguan el diluvio de imágenes y recuerdos.

 

Hallan su trinchera en el álgebra,

su gorro frígido bajo un Tótem de silencio.

En cada una hay un inicio escondido,

una grafía que hiberna

que no se rinde al deshielo del tiempo.

De nuestras imposibilidades brota

la telaraña huérfana,

y teje formas nuevas

en el andamiaje de mis sueños más bruscos.

Ivette Mendoza Fajardo