Mi pupila engullendo espejismos
devorando muslos, ingiriendo senos
alimentándose de indolentes planicies del vientre
desplegando un manto de visiones
sobre el viñedo exquisito que brota de la piel
confundiendo orquídeas
con el cabello ondulado
que cuelga por la espalda aterciopelada,
abrazando la luz con la entrega
con el sexo puro que florece entre las sombras.
Mi pupila, que se desliza tiernamente
sobre la boca apetitosa
que ofrenda arcoíris al dios del deseo
imantando la ternura al gozo del tacto
a la respiración que se agita
cuando se cierran los párpados
fecundando el aliento invisible
con el esperma de un suspiro.