Alberto Escobar

Sedimentos...

 

 

Una reacción,
quizá sea eso, una,
cuando mi relación
con la mujer ha sido
de tú a tú, compañe
ra, igual, en la Facul
tad de Económicas,
igual cerebro, igual
línea de salida, iguales
posibilidades de ser
lo que somos, incluso
diría que ellas, más cur
tidas por el patriarca
lismo, son más entregadas
a lo que hacen, más disci
plinadas, más capaces
en definitiva, pienso yo,
pero, a pesar de llevar a gala
ese bagaje moderno, actual,
apreciado y más si se trata
de un hombre en la cincuente
na, por dentro, por entre neuro
nas, por entre la glía y el gris,
me navegan pensamientos anti
guos, machistas, patriarcales,
respecto de los cuales la mujer
es hembra, es paridora y criadora,
es pieza necesaria en la permanen
cia de esta especie, está toda ella
al servicio de su progenie hasta ser
insolente que piense en ser quien
es; y no recuerdo que eso lo recibiera
de un búcaro que en casa, en un rincón,
en verano, anduviera dispuesto 
al servicio del sediento, mi padre era
un machista clásico, ni hacía arriba
ni hacia abajo, acorde con sus tiempos,
y mi madre igual, y entiendo que el es
tudio, el moldeamiento de mi mente,
ha obrado este milagro. Me congratulo. 
Quiero a la mujer empoderada —como
se pregona ahora—, no a la sumisa, la
al servicio del macho, la exclusivamente
madre, criadora... La quiero ella misma,
siendo lo anterior si verdaderamente es
lo que desea, y que desarrolle su intelecto,
sus emociones, su fibra, alcanzar eso que
llaman comercialmente felicidad...