El humo de tu brujería,
deambulando en penumbra
con sostenido desprecio
de su altivez desmedida,
aflora de un caldero oscuro
calentándose en la llama
de una lumbre enrojecida.
Es como niebla que ocupa
con pegajosa presencia
la hora de la noche bruja
y con perfume permuta
en fuego fatuo que embruja.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO