Querido Ausente:
He escrito tantos poemas
y aún no te he dicho lo esencial.
Tal vez porque no sé decirlo
o porque decirlo sería perderlo.
Lo que sentí
lo que todavía siento
no está en los versos.
Está alrededor.
En lo que no quise mostrarte
en lo que callé por pudor
por miedo
por amor.
Cada poema que lleva tu nombre sin nombrarte
es un intento de acercarme sin tocar.
Como mirar una herida por el borde
sin atreverme a hundir el dedo.
No sé si te diste cuenta
pero cada vez que te escribía
dejaba un espacio en blanco
solo para ti.
No era olvido:
era reverencia.
El contorno del poema
eres tú.
Tu sombra
tu silencio al otro lado de la línea
tu respiración entre mis palabras.
Y si alguna vez me lees, si lo haces
quiero que sepas esto:
no busques lo que dije.
Busca lo que no pude decir.
Lo que escondí
porque dolía demasiado.
Lo que quemaba en los dedos
y se quedó fuera
para que el poema no ardiera.
Ahí estoy.
Ahí estás tú.
No en lo que escribí
sino en lo que quise escribir
y no me atreví.
Con todo lo que no dije
te abrazo.
Siempre presente
desde el borde del verso.
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