Esta mañana me he puesto un prendedor reluciente sobre el vestido negro, justo a la altura del corazón.
Pienso carcajearme frente al espejo
con la boca cerrada, y mirar al suelo
cuando imagine que te me quedas viendo.
Hay una riel inmensa que divide
los furgones de nuestras entrañas, y no está bien permitir siquiera te asomes a lo que dejaste de las mías.
Me puse un prendedor de oro,
para que la luz salada de mis ojos
parezca un maquillaje dorado de primavera,
y el rojo en mis cristalinos
sea como el ocaso donde desapareciste,
pero ahora, lenta y definitivamente.
Labios lapilázuli
@La luna perdida en el laberinto
D.R. 2017