Envuelto en un mundo,
buscando señales,
encontré en ese abrazo honesto
aquello que no sabía que necesitaba.
Sentí una mano tímida
que no quise soltar,
y unos labios dulces
que ansiaba besar.
Descubrí en ese abrazo,
en ese beso,
una llave que libera,
que sana,
y que me hace pensar en un mañana.
Porque no es solo sentirte;
es algo más que carne tocando carne,
más que reacciones químicas
produciendo serotonina en mi mente.
Es algo más que cinco sentidos,
más que cuatro estaciones del año,
más que tres estados de la materia,
más que dos corazones,
más que una acción...
Tu cercanía se volvió brújula,
tus palpitares, el destino...
y yo, simplemente,
me dejo llevar.