Pasar del sueño a la calle duele más que la caída,
porque en la calle la ternura y la justicia se cobran,
la miseria tiene nombre, el miedo lleva uniforme,
cuando el miedo ronda con nombre y apellido
el hambre del pobre retumba más que mil fusiles.
Cada día comienza con guerra y desayuno,
la madre levanta el sol con manos partidas,
los niños caminan con mochilas llenas de rabia
y la ciudad mastica cuerpos sin preguntar,
aquí el pan cuesta más que una lágrima.
Pedrito ofrece ayuda y no le creen,
María insiste y le cierran la puerta con miedo,
el trabajo es un muro disfrazado de ley,
pero soñar sigue siendo insurrección
aunque la vida les diga que se callen.
El corrupto brinda en pantalla nacional,
los pobres se curan con fe y recetas vacías,
el trabajo sin brillo se vuelve castigo,
y el futuro se esconde tras vitrinas de humo
mientras el pueblo cosecha con las manos rotas.