No debí mirarte con tanta ternura,
ni dejar mi alma perderse en tu piel.
No debí soñarte en noches calladas,
ni hacer de tu risa mi forma de ser.
Pero te miré… y ya era muy tarde,
y aunque me duela no poder tener,
seguiré amando, en la sombra del viento,
lo que nunca fue… lo que no podrá ser.
No debí besarte con la mirada,
ni hacer de tu risa mi amanecer.
Fuiste la vida que llega de pronto
cuando el reloj ya empieza a ceder.
Ahora te llevo como un tatuaje,
como un susurro que el mundo ignoró.
Porque hay amores que, aun siendo imposibles,
despiertan el alma… y le encienden la voz.