Elizabeth Maldonado Manzanero

Un nido deshecho

El nido deshecho no guarda sino

lodo y ramas quebradas,

muestra torpe del deseo

de que algo lo habitara.

 

El viento no trajo canto,

ni alas diminutas,

solo el silencio

se posó como dueño de la casa.

 

La lluvia llegó implacable y atroz 

azoto con fuerza contra ese nido,

lo resquebrajo mostrando

en todo su infinito, su gran vació.

 

Mi corazón, es otro nido 

hecho a fuerza de dolor un nido sin ramas,

no emplumó ninguna avecilla.

No hubo canto, ni sombra al vuelo,

solo un tibio calor: la esperanza.

 

Que se vuelve desolación.

La espera tapiza las paredes como musgo.

La ausencia, ha echado tan profunda raíces

que impiden el paso.

Y la tristeza  ya todo lo habitó…