Guadalquivir: sangre detenida
Te he visto transitar como un anciano,
con paso de cristal, quebrado y lento,
llevando en cada arruga de tu aliento
la historia de mi tierra y su desgano.
Los chopos no se dan ellos la mano,
las garzas ya no bajan con el viento,
y el campo, que fue fértil y contento,
hoy muere bajo un sol casi inhumano.
Tus aguas ya no cantan como antes;
sólo bajan cenizas, sed y espanto,
cauce seco antes lleno de diamantes.
El hombre te transforma en pena y llanto.
Tus venas se marchitan y los cantos
se pierden bajo diques asfixiantes...
Son amores constantes,
si mueres en tus fuentes tan sombrías,
quedará solo tu melancolía.