Hoy estuviste cerca,
pero a la vez lejos,
un metro la distancia,
un puente de miradas,
un lenguaje sin palabras.
Tus ojos, dos océanos,
navegando mis pensamientos,
un instante robado,
un latido compartido,
la brisa nos envolvía.
No hablamos al instante,
el tiempo se detuvo,
y en ese silencio,
las risas ocultas,
susurraban secretos.
Una pregunta fue la clave,
como abrir una puerta,
caminamos entre tópicos,
con la suavidad de un hilo,
tejiendo nuestros mundos.
Regresamos a miradas,
pero ahora eran sonrisas,
un juego de luces suaves,
que encendían los rostros,
ponían nerviosa a mi alma.
Extrañaba verte de cerca,
la calidez de tu esencia,
las historias en tus manos,
dibujando en el aire,
un mapa de memorias.
Cada gesto era un eco,
cada risa un abrazo,
me perdía en los detalles,
en la bruma de tu ser,
como el sol que se asoma.
Los minutos se deslizaban,
como arena entre los dedos,
y la distancia, ese metro,
era un canto a lo efímero,
un recordatorio dulce.
Una vez más las miradas,
intercambiadas de regreso,
y el mundo se tornaba,
en un lienzo de colores,
sutiles y vibrantes.
Hoy estuviste cerca,
y aunque el reloj avanzaba,
en ese breve instante,
los corazones danzaban,
en una sinfonía callada.
Un paso, un susurro,
un momento sin fin,
donde la distancia se difumina,
y lo eterno se encuentra,
en la magia de lo simple.