Odio todos los lunes,
en especial por la mañana:
tengo que volver al trabajo
y despedir a mi amada.
Se irá toda la semana
a buscar un diploma,
a forjar un porvenir,
y eso me reconforta.
Ansío que llegue el viernes
y verte entrar a la casa,
para poder darte un abrazo,
no cualquiera: uno de oso,
que consuele tus miedos,
que apacigüe tus dudas.
Quiero en ese domingo
de fiaca por la mañana,
de mates y facturas
de miradas cruzadas,
acompañar las andanzas
de Bernardo y el Zorro
vamos a ser sus laderos,
dos jinetes que se aman.
Y cuando no quede más agua,
dibujaré en tu rostro una zeta
seremos Rosarito y Don Diego,
o tal vez Joaquín y Teresa.